martes, 23 de septiembre de 2014

LAS PRIMERAS INTERACCIONES DEL BEBÉ: LA MIRADA Y EL ROSTRO



Aunque no nos demos cuenta, desde los primeros días de vida el bebé ya es capaz de interactuar con su entorno, y como no, con las personas.

La primera persona con la que interactúa un recién nacido es con su madre, y esta sirve de referencia y como modelo para relacionarse con el resto.

Desde el principio, madres cuidadores establecen contacto con el niño a través de su cariño, acariciándoles, meciéndoles, hablándoles o cantando, pero lo que más observa el bebé, es la cara y las expresiones faciales, y en concreto, los ojos sirven como principal guía de comunicación de los bebés. El contacto visual, es un intento implícito de hacer que el bebé pueda leer lo mejor posible sus sentimientos. Sabemos que, nadie da la espalda al niño cuando se relaciona con él.


En los humanos, los contactos visuales son un signo educado de empatía y de disposición a compartir los sentimientos, un aspecto predominante del cuidado de los bebés. En nuestra cultura occidental, se enseña a los bebés a mirar a los ojos de las personas. Cuando no existe contacto visual, deducimos que la persona es tímida o que nos intenta engañar. Mirar a los ojos es un signo de implicación social y de una disposición a contactar con el otro. Pongamos como ejemplo a los amantes que se miran interminablemente en lugares públicos, ajenos al entorno que les rodea. Este contacto indica que se comparte por completo la experiencia. El amor, incluido el maternal tiene que ver con el sentimiento de unidad.
Además, no solo los ojos, sino la cara en su conjunto, incluyendo la boca, la nariz y la zona alrededor de los ojos, representa la dinámica de esa experiencia. Los rostros son el teatro público de la mente. Los ojos y la cara son los rasgos primarios que los bebés observan en los demás, y se fijan en cómo estos rasgos muestran unos sentimientos recíprocos.  Los estudios, demuestran que los bebés nacen con una atracción particular por las caras, y posiblemente también con una capacidad integrada para analizar y reconocer los rasgos faciales.



Estudios de Robert Franz y sus colegas, descubrieron que los niños recién nacidos demuestran unas marcadas preferencias visuales cuando se les ofrecen dos dibujos diferentes, los dibujos circulares, como la imagen de una diana, frente a los compuestos de líneas con contrastes. Es decir, la preferencia por los diseños circulares encajan con la idea del reconocimiento de caras, con perfiles redondos. Estudios también muestran que los bebés de dos meses se fijan más en un dibujo con forma de rostro y con ojos que en otros que no los tenga. Esto indica que  los bebés saben detectar la presencia o la ausencia de los ojos en una cara e incluso saben detectar la dirección de una mirada hacia los 6 meses. Estos niños se fijan más en una cara que les mire que en otra que mire hacia otro lugar.
También se han presentado estudios, sobre la capacidad de los bebés para distinguir entre la imagen de la cara de su madre y la de una mujer extraña con unos mismos rasgos generales como el color de pelo o tono de piel. Se descubrió que los niños menores de 48 horas miraban más la imagen de la madre que la de otra mujer. Estos hallazgos, indican que los niños desde que nacen no solo procesan una compleja información sobre las caras sino también aprenden a recoger los patrones familiares.
Hacia el segundo mes de vida, el bebé ya responde con una mímica ante el rostro de las personas y sonríe a los rostros conocidos. Hacia los tres, puede sonreír ante cualquier persona que le sonría. A los 6 meses ya distingue las caras conocidas de las desconocidas y empieza a mostrar preferencia por las conocidas, se produce entonces la etapa en la que el niño llora cuando se va con un extraño.


Fuente: El mundo del bebé. Ph Rochat